Cordes-sur-Ciel es una “bastide“, una villa amurallada construida a partir de 1222 por el conde Raymond VII de Toulouse. Aquí encontraron refugio las familias que se habían quedado sin hogar en las guerras de religión en el sur de Francia contra los cátaros, la corriente cristiana perseguida hasta la eliminación inquisitorial por parte de la iglesia católica.
Cordes-sur-Ciel adquirió pujanza económica gracias al comercio de paños, sedas y pieles. Y los enriquecidos mercaderes construyeron mansiones en los siglos XIII y XIV con espectaculares fachadas góticas. En las casas de la villa pueden verse símbolos del gremio al que pertenecía su morador, gárgolas, altorrelieves y todo tipo de símbolos que hace volar la imaginación de los apasionados de las leyendas. Durante la Segunda Guerra Mundial fue un tranquilo refugio por el que se dejaron caer importantes artistas y a partir de ahí se redescubrió y valoró el centro histórico de Cordes.
Ahora, Cordes-sur-Ciel ofrece un agradable paseo por sus callejuelas, entre mansiones con siglos de historia pero que, lamentablemente, no pueden visitarse. Sí sus tiendas de productos del terruño, su Museo del Chocolate y el Azúcar o su iglesia de San Miguel, si la encuentras abierta. El verano, con el buen tiempo, es la época de esplendor y julio el mes en que la villa es escenario de varios festivales.
La televisión France 2 nombra cada año el pueblo más bonito de Francia. O, al menos, el preferido por los franceses que siguen el programa. Cordes-sur-Ciel es el vigente ganador, tras se elegido en la última edición, la de 2014. En los tres años que lleva el programa, la región de Midi-Pyrénées ya ha colocado dos de sus villas en lo más alto de esa clasificación. Y es que en toda la zona son unos cuantos los pueblos que, cuando baja la niebla en otoño, parecen salidos del cielo.
Agradecimientos:
Turismo de Francia, Turismo de Cordes sur Ciel, Turismo de Tarn, Alchimy Brasserie & Hotel, Hotel Mercure, Renfe-SNCF, Avisy
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